Capítulo 4: Fumando colillas de cigarrillo - Cómo dejar de fumar

Aunque el nuevo paso parecía fácil (pues rápidamente había pasado a fumar la mitad de cigarrillos), en realidad no lo fue.
Cuando en la tarde sólo había fumado unos dos o tres cigarrillos, pensaba que tenía buen margen para no sobrepasar el límite y encendía uno nuevo. Así que las dos semanas siguientes, únicamente me sirvieron para sostenerme en, por lo menos, no volver a fumar más de 10 cigarros (¡Qué cosa!). Ahora le estaba agregando más ansiedad al propósito de dejar de fumar, pues debía, al menos, no superar esa cantidad. Aunque igual eso da moral. Eran menos cigarrillos que hacía unos meses (Había que buscar ánimo en algún lado y ese hecho de haber llegado a 10-12, era el sostén).
Y aunque no tenía contemplada la alternativa de reemplazar el cigarrillo por otra cosa, empecé a optar por los dulces (mentas, chocolatinas, etc.) y otras cosas (maní, agua, etc.) aunque inicialmente no fue mucho lo que conseguí.

Empecé entonces a retomar la parte logística del asunto y volví a lo del análisis de los motivos que me provocaban el deseo de fumar. No era un paso atrás, era una revisión tal vez más profunda del problema, porque como dijo Lao-tsé: "Si no puedes avanzar una pulgada, retrocede un pie". Y eso haría.

El Pensador de Rodin
Todavía no estaba ciento por ciento convencido (según me di cuenta en mi análisis) de la situación a la que me estaba enfrentando, es decir, al propósito de dejar de fumar. Casi todas mis actividades estaban asociadas al cigarrillo. Todo rato libre, así fuese mínimo, me invitaba a fumar.
Mientras fumaba me di cuenta también que cuando iba por la mitad de un cigarrillo, sentía que el resto que quedaba me estaba sobrando; sentía ahora molestias en la garganta cuando pasaba de 10 cigarrillos (podía ser producto de mis conjeturas). Entonces, como ya me sentía saciado con medio cigarro (ahora sentía que perdía tiempo fumándome el otro medio), empecé a apagarlo y guardarlo para otro momento en el que volviera el deseo de nicotina. ¡Fumaba colillas!
La ventaja de fumar mis propias colillas mermaba la ansiedad, ya que si el deseo llegaba antes de una hora, pues el saldo de cigarrillo que me iba a fumar era parte del que había empezado en la hora anterior y ahí no había aumento en la cantidad diaria (¡Buen truco!... por algo los fumadores somos inteligentes -pensaba-). Lo malo de este invento era que no había ningún tipo de esfuerzo y por lo tanto en vez de mejorar en mi proyecto, estaba retrocediendo, ya que me estaba engañando a mí mismo. Eso también lo descubrí rápidamente (Gracias a mi inteligencia).
fumar es altamente adictivo¿Y entonces?
Seguir haciendo pruebas, mientras me fumaba mis colillas. Empecé a fumar dos o tres cigarrillos y a abstenerme el resto del día; de esa forma estaba analizando cómo me sentiría en el momento en que tuviera que dejar de fumar definitivamente. Y la verdad, me agradaba hacer esos ensayos, pues sentía que dominaba el deseo de fumar y era capaz de aguantarme hasta el siguiente día.
Cuando regresaba el deseo del cigarrillo, fumaba sin ponerme trabas y luego de varios cigarros, volvía a mi abstinencia voluntaria; noté que podía manejar mejor la situación frente al tabaco utilizando este sistema (totalmente voluntario y sin esfuerzo alguno).
Y entre colilla y colilla y abstinencia y desahogo, llegué al último día en que habría de fumar y al primero de mi etapa como ex-fumador.
Porque los plazos se vencen y el día de cumplir mi promesa, había llegado; y con todos los cambios (que a partir de ese primer día de 2009) llegaban, llegaron también mis conclusiones.
Y mi método para dejar de fumar, empezaba a tomar forma...

Capítulo 5: Conclusiones (Mi Propio Método)

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